Fragmento 0469

Fragmento 0469
Grafito sobre papel

“Lo más profundo que hay en el hombre es la piel”. Paul Valéry.

Esta frase, aunque discordante, revela el espíritu de la obra desarrollada por Alfonso da Silva durante los últimos meses y que en cierta manera distingue gran parte de su obra.

Si la analizamos con detenimiento, llegaremos a la conclusión de que la piel es el reflejo de toda una vida, es lo que muestra en sus arrugas, manchas, marcas, las sonrisas y las heridas, lo bueno y lo malo, lo casual y lo premeditado. La piel es por tanto nuestra primera defensa ante lo físico y lo ininteligible, lo que nos acompañará hasta el fin de nuestra existencia y que continuará con su propio proceso de desintegración mucho más allá que la disolución de nuestra consciencia.

En palabras de Alfonso: “Lo fragmentario son trozos de piel, de la misma forma que en un ready-made te apropias de un objeto para convertirlo en arte, lo que hago es apropiarme de un trozo de piel convirtiéndolo en un objeto artístico ampliado. La piel se convierte en una metáfora de la vida y de las personas. La piel es el límite del individuo con el exterior, con los otros. Es el límite más puro de tu cuerpo con todo aquello que no es parte de el”.

No es relevante el fragmento seleccionado para esa captura de la materialidad de la huella ni qué lo haya provocado en la piel porque la forma va más allá de las limitaciones del plano y se entrega en un viaje estético que comienza en bocetos rápidos a sanguina y rotulador, para decantar en los trabajos a grafito y óleo en un proyecto que presenta en esta exposición su primer estadio de desarrollo y que continuará gestándose.

En este sentido, estamos ante un corpus inconcluso que prolongará la exploración del cuerpo como vestigio y  la capacidad de la piel para asumir la historia vital de la cual forma parte. Tal y como señala Theodor Adorno en su Teoría Estética: “El despliegue de la obra es la perduración de la vida, de su dinámica inmanente”.

Daniela Reyes Marcos

Teórica del arte